martes, 6 de octubre de 2015

Si tuviera que escribir un libro

Si tuviera que escribir un libro
antes me pasaría un año
leyendo al sol
para que las palabras se me cementaran
en la piel enrojecida.
Me quedaría con cada signo de interrogación suelto
tu cuerpo cerca de las páginas
no te dejaría hablar para no contaminarme
con tu acento.
Si tuviera que escribir un libro
primero puliría mi estilo
sin perder las imperfecciones
las búsquedas en los diccionarios
el dinero malgastado
y el tiempo en espera.
Si tuviera que escribir un libro
dejaría de mirar el móvil para ver
si te acuerdas de mí
y me pondría a bailar desnuda
siempre quise hacerlo delante tuyo
cuando la vergüenza me tapaba.
Si tuviera que escribir un libro
sería el primero
y hablaría de ti
te dejaría un último privilegio
otra carga en tu consciencia adormecida
por muchos cafés que te tomes
yo me quedo con las palabras
y tú con los posos.
Si tuviera que escribir un libro
tendría tanta verdad
que todo te parecería mentira
hablaría de lo que quedaba oculto entre las sábanas
y lo mucho que me he odiado a tu lado
buscando una imagen de mí que te gustara.
Si tuviera que escribir un libro
me encantaría que te repugnara
no buscaría perdón
no lo dejaría inacabado
no volvería a leerlo mil veces
no lo haría por ti.

Fin.

viernes, 7 de agosto de 2015

Siempre las mismas canciones

Marta no sabe bailar
pero te mira a los ojos
como si quisiera
contarte algo.
Marta es un animal herido
que se lame
para limpiar la sangre.
Marta sueña en portugués
porque dice que es la lengua
del futuro y de las sonrisa bonitas.
Da igual si los gatos andan sin cola
si tienen la piel reseca de tanto sol,
sus besos también queman.
Marta dice que hay días para llorar
que una mujer tendría que hacerlo
una vez al mes
y los hombres cada día.
Da igual si cierras la ventana
y te ve el vecino
no te escondes
porque las miradas ajenas te hacen más guapa.
Hoy Marta se queda sola en casa,
mientras tú la esperas en un bar
dando sorbos a tus buenas intenciones.
Marta no sabe cómo acabar la noche
y se pone a rezar
para que llegue el invierno.







martes, 30 de junio de 2015

Colchón

Se han ido diluyendo los mensajes,
nuestros bienes no durables,
aunque eso no quiere decir que haya dejado de escribir.
Sabes que tengo otros interlocutores,
amores en potencia,
te lo cuento delicadamente
para que no olvides que todos somos intercambiables.
Eres la pieza de un juego de mesa
del que todavía desconozco las reglas.
Me falta estructura,
así no puedo escribir poemas,
y necesito un colchón para no caer
mientras guardo mis fotos para más adelante,
las llaman lategram.
La espera siempre me causa angustia.
La metáfora del colchón
es demasiado banal para contártela.
Te regalo lo último que me queda
de un piso que nunca compartimos,
porque tú no quisiste compartirlo.
Los objetos que resumen nuestra historia abultan,
¿es posible que unos objetos nos resuman?
¿es posible hablar de nuestra historia?
No sé jugar,
es por eso que no puedo escribir poemas.

lunes, 1 de junio de 2015

Reglas

Para ti soy la del ascensor roto y de la regla.
Me has conocido subiendo cinco pisos de escaleras
teníamos hambre y era demasiado tarde
para hablar.
Te he conocido con una mochila
olvidada en casa de un amigo
y una maleta por recoger
al otro lado de la ciudad.
Me has conocido riéndome
[no lo hago a menudo]
me has hablado de algo que hoy no recuerdo
y me ha hecho gracia
[la gente no me suele sacar una sonrisa].
Te he conocido sudando
el sudor no me da asco
es cuerpo y emoción,
es ganas de vivir cristalizada.
Me has conocido bailando
[sólo lo hago con desconocidos]
y no me ha importado tu nombre
pero he abrazado tu sudor
y he sentido que podía pertenecerme.
Para ti soy la de la regla inoportuna
[un equipaje que siempre llevaré conmigo]
la del ascensor que sigue estropeándose
cada mes
porque lo que está vivo se rompe
y sólo cuando sangro siento que existo.

lunes, 16 de febrero de 2015

Los mensajes que no llegan

Te mando la foto de un abrazo,
no quiero que me veas la cara cansada.
Te envío una postal de un lugar de playa
que llega demasiado tarde
cuando ya puedes acariciarme
la cara
con los ojos cerrados.
Me mandas un beso que no me humedece
los labios
te traiciona la prisa
y no escuchas lo que siento.
Hemos gastado tinta y megas
todo queda escrito en nuestra piel.
Todo está guardado en algún lugar
que desconocemos
los mensajes que nunca te han llegado,
los versos cálidos y retorcidos
que te dedicaba.
Te mando una frase sin acabar
y un gesto sin mentiras
mis manos no saben de avaricia
y las tuyas siempre están ahí
para tocarme.