Ni planchar
ni fregar platos
nos da placer
ella estudia técnicas para abrir
la piel
sin que nadie se dé cuenta
quiere saber si su sangre
sabe igual a la mía.
Ni cocinar
ni tender la ropa
nos sosiega
yo busco historias
e invento otros destinos.
Ni la mesa de cerezo
ni la encimera de mármol
nos aplacan los nervios
ahí nos sentamos
antes de ir a buscar caricias.
Somos retorcidas
y tenemos maneras
tan parecidas
de serlo
que nos damos miedo.
Nos han contado las mismas mentiras,
ni fe
ni esperanza,
eso fue.
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