lunes, 6 de octubre de 2008

Noche

Marta no entiende
cómo la gente pueda vivir
en pisos de techos altos
y muros blancos.
A Marta le gustan
las baldosas modernistas
descoloridas
por pies extraños
y alcohólicas inundaciones.
Las ventanas que no se cierran
y las vistas hacia calles
por las que nunca andará sola
son como granos en la espalda.
De noche Marta se orienta mejor
sin mirar los mapas,
las luces rojas de neón
la llevan a su infancia fría
en la que ha aprendido a moverse
como una bailarina sobre las medias puntas.
Marta se sube a las aceras cansadas
de tanto andar
y a furgonetas afligidas
que nunca se acaban de llenar.

De noche hay que callarse
y dejarse algo para mañana.

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