lunes, 6 de octubre de 2008

Susurro

Marta te susurra al oído
que te quiere
y al día siguiente se olvida.
Las palabras solo tienen futuro
si están impresas en papel.
Tu amor de brazos y piernas
no dura más que una frase graciosa
en un post-it cubierto de polvo.
Marta te mira a los ojos
y comparte contigo vasos de plásticos
que solo la llenan un par de horas.
Su amor no se consigue con flores
y despliegue de sentido común.
Marta te llama solo
cuando el cielo oscurece
y no encuentra a nadie para arrugar
las sábanas que hacen juego
con sus dibujos en la pared.
Marta te susurra al oído
que quiere más
y te crees que la tienes.
Ella goza de tu piel
y tú le dejas manchas
que en unos minutos desaparecen
como tinta simpática.
Marta se ríe
y tú piensas que te quiere.
Sus susurros se convierten
en espinas de cardos
que se te clavan en las manos.
Marta desaparece
sin que te des cuenta
como un conejo blanco
en el cilindro de un mago.

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